LA NOVENA PUERTA
La novena puerta (Roman Polanski, 1999) es un thriller en el que el protagonista Dean Corso (Johnny Depp), un bibliógrafo que vive de encargos ilegales, se sumerge en un viaje lleno de misterio e intriga desde Nueva York a Toledo, Sintra y París; donde los trágicos acontecimientos guardan una estrecha relación con el tema demoníaco del libro que debe encontrar: "Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras".
En general, la iluminación de la película es de clave tonal baja: se acerca a la escala más gris y más oscura, en la que hay una gran cantidad de sombras, y en la que la luz principal es menos intensa y no predomina. Además, resulta eficaz para el género de la película (thriller, intriga), una luz más gris con más sombras, mientras que la iluminación de alto contraste resulta muy llamativa en momentos críticos de la película como en la mansión de Sintra y durante la reunión de la secta demoníaca.
Analizando en primer lugar las escenas que transcurren en espacios interiores, se puede observar, la creación de una atmósfera oscura, desasosegada y amenazante gracias a la combinación de iluminación motivada que proviene en su mayor parte de pequeñas lámparas de escritorio y de pared, y la iluminación natural que se filtra por las ventanas.
Un aspecto curioso de la fotografía de esta película es que Darius Khondji apuesta por la imagen cálida, en la que predomina el color amarillo, los tonos ocres y verdes; para generar suspense. Además, hace partícipe a la fotografía de la importancia dramática de los libros y las reliquias dando una sensación de polvo, antigüedad, en las salas donde se encuentran.
Una vez más, Darius Khondji experimenta con la variación de focalizaciones para acentúar el interés dramático de la película. Un ejemplo de ello es la escena en la que Dean Corso es perseguido en París por alguien de la secta demoníaca y entra en una cafetería para resguardarse. En primer lugar, a través de un plano medio semisubjetivo, se observa a Corso mirando desde dentro del local al hombre que le sigue quieto de pie afuera en frente de él. A continuación, sin variar la dimensión del plano ni el encuadre, cambia la iluminación, justificada porque la cafetería va a cerrar y se enciende la luz general; y a su vez, lo que ve el protagonista: el cristal sólo muestra ahora su reflejo y el interior de la cafetería, no se ve el exterior y el hombre que le seguía desaparece.
La fotografía de los espacios exteriores es completamente pictórica. Alberga motivos de la pintura religiosa española o italiana, y se podría hasta decir que inspirada por la obra de Caravaggio, con una iluminación altamente contrastada y descompensada: las luces y las sombras no están equilibradas o integradas uniformemente. Dean Corso es iluminado dramáticamente contra fondos totalmente negros o junto a ellos, especialmente en los momentos de más intriga del largometraje y en el clímax de la trama (el personaje entra en contacto con el demonio), en el que el fuego es el gran protagonista. La imagen es cálida con predominio de oscuros tonos sepias, amarillos y rojos como símbolos del mal.
Crítica de Variety
Crítica de Variety